sábado, 28 de noviembre de 2009

mujeres de portada

Ms. HUFFINGTON, of The Huffington Post, on NPR’s Talk of the Nation.
Mucho se ha hablado estos días de las mujeres y de sus derechos. Precisamente una mujer, ocupa las portadas de los periódicos canarios y nacionales, y está siendo noticia a nivel mundial, por su decisión tenaz de permanecer en huelga de hambre como protesta porque le impiden regresar a su casa, en El Sahara. Siempre intento huir de alagar de forma desorbitada los méritos que hacen las mujeres, sólo por el hecho de ser yo una de ellas. Pienso que hay hombres y mujeres maravillosos como los hay que no lo son tanto. Por ello es que siento respeto a la hora de poner en mi boca alguna frase feminista que hable en nombre de todas. Pero si he querido dedicar éste artículo a las buenas mujeres, y a las mujeres inocentes. A las que llegan a casa agotadas por las noches después de haber unido un turno que debería ser partido y les queda voluntad para bañar a sus hijos, hacerles la cena y leerles un cuento, a las que cuidan de los ancianos con un cariño innato sin pudor mejor incluso que sus propios familiares, a las que abandonan su trabajo después de haber luchado mucho por el puesto porque su jefe/a no le concede las horas de lactancia que por ley, le corresponden a ella y a su bebé, a las que caminan 30 kilómetros en África para buscar agua para su familia, a las que soportan un burka sin preguntarse por qué, a las que saben porqué y lo soportan, a las que callan su dolor para que la familia no sufra, ya que saben que son ellas la columna vertebral del hogar, a las mujeres que pasan hambre por la libertad del Sahara, a las que soportan solas el dolor de un parto o de un cáncer de mama, a las mujeres que aguantan por amor hasta que no aguantan más, a las madres muy jóvenes y a su entereza para que no les afecten las miradas alcahuetas de desdén e intolerancia, a las que luchan porque sus hijos sordos, con TDH o algún problema que les impida desarrollarse con total normalidad, se puedan desarrollar con total normalidad… Se que estas mujeres existen porque las conozco y seguro que ustedes conocen a muchas más. Son nuestras heroínas, y eso que intento también huir de decir, incluso de pensar, que en hombres y mujeres hay diferencias naturales, pero es que hay algunas que parecen tener superpoderes...Es horrible pensar que en cualquier momento, podamos encontrarnos con la frecuente noticia de que otra mujer ha sido asesinada por su pareja sentimental, es algo tan íntimo y a la vez tan social, tan privado pero tan de todos… Es como la decisión de Aminatu de permanecer en huelga de hambre, hay quien critica que ella lo ha decidido y por tanto nadie debe meterse ni siquiera el gobierno, pero, nos empuja a actuar por esta causa la misma responsabilidad que tenemos asumida cuando en un domicilio privado una mujer decide aguantar las palizas de su pareja. Yo daría todo lo que tengo por la mitad del valor que tiene Aminatu para luchar por lo que cree. No puedo acabar sin enviar un fortísimo abrazo a todos los hombres y mujeres que de la mano, y sin usarlas para destruirse, siguen construyendo cada día la verdadera igualdad.

domingo, 8 de noviembre de 2009

LOS MUROS DE LA VERGÜENZA

Veinte años han pasado desde la caída del muro de Berlín, también conocido como “Muro de la vergüenza”. Hoy se conmemora este aniversario con justificada alegría y entusiasmo, por parte de todos pero sobre todo por parte de aquellos que lo vivieron entonces, con suficiente edad para entender la importancia de aquel acontecimiento que despertó al mundo el nueve de noviembre de 1989 y lo volvió a unir por donde se había roto. Hoy, el mundo está roto por muchas partes a causa de muchos muros, quizá no tan mediáticos como el de Berlín, pero si igual de dramáticos para los que padecen sus consecuencias. Buscando en la red, aparecen más de una veintena de barreras de hormigón o metal. Las causas que los justifican son: “pacificación civil”, “anti-inmigración”, “antiterrorismo”, “contra bando- antidrogas”, “zona de conflicto”. Existen por motivos diferentes pero todos ellos tienen algo en común: nos hablan de la incapacidad del ser humano para resolver conflictos consensuando, diplomáticamente, o de forma ecuánime. Sembrando un muro, uno no sólo pone una barrera física a las ideologías y emociones, sino que además no tiene por qué ver lo que hay al otro lado. ¿Son entonces los muros, excusas para no tener que solucionar los problemas? Hay veces en que los muros son excusas para crear problemas. Dos vecinos que no se aguantan, por ejemplo, ven el muro que hace de linde entre sus casas, una excusa perfecta para declararse la guerra. A mi juicio, sin duda, los peores son los muros invisibles. Son los más difíciles de derribar. No sólo porque no se puedan ver, sino porque no se pueden derribar. Son los muros que nos ponemos las personas, entre nosotros. A veces son absolutamente necesarios, pero admitir esto también nos debe hacer responsabilizarnos de las consecuencias negativas. El muro que ponemos entre otra persona y nosotros para que no nos afecte lo que nos diga, el que se rompe cuando nos afecta lo que nos dice, el que necesitamos construir apresuradamente cuando las noticias del tercer mundo nos pillan desprevenidos y nos hacen reflexionar, el que quizá ustedes pusieron al empezar a leer esto por si acaso a mi se me ocurriera remover en sus conciencias…. Claro que sí, estamos llenos de muros. Algunos preciosos como la muralla china y otros horribles como el que le plantó su vecino en el jardín, pero ahí están, para recordarnos, que no somos perfectos ni capaces de arreglar los conflictos sin romper el mundo.

lunes, 12 de octubre de 2009

El patio del mundo

Cuando era pequeña, veía una serie llamada la Banda del Patio, que hace poco, después de tanto tiempo ha vuelto a sorprenderme. Fue cuando hacía zapping con esa expresión en la cara que tenemos todos cuando hacemos zapping, esperando algo de la vida. Entonces me tropecé con uno de los capítulos mas impresionantes que de ella se hicieron. Es en el que las chicas populares del colegio, asignan al azar un número del uno al diez a sus compañeros, en función de cómo les caía la persona numerada, o su grado de belleza. En todo caso se basaron en factores arbitrarios que no atendían a ninguna lógica, (si que existe alguna lógica en numerar a las personas si no es la de organizarles de alguna manera). Cuando las chicas populares repartieron los números, los que tenían una numeración de más de cinco se pusieron muy contentos, intentando mejorar, orgullosos de sí mismos. Los que obtuvieron una puntuación de nueve o diez, se mostraron felices, incluso prepotentes, cambiando su círculo de amistades por otro en los que sus miembros fueran de sobresaliente. Pero el caso de los suspendidos fue diferente. Éstos se deprimieron y apartaron del resto, preguntándose todo el tiempo ¿Por qué?
Entonces entró en acción el protagonista de la serie, T.J Deetweiler que siempre en su lucha por establecer la justicia en el patio del colegio, (y no muy contento con su puntuación) decide repartirles a todos los chicos y chicas el número diez. Y les grita: ¡Todos somos iguales! , ¡Nadie nos puede pisar ni decidir por nosotros!.
A priori todos parecían contentos, todos tenían un diez, y ahora, todos eran sobresalientes. Pero sucedió algo curioso: No eran felices. No eran capaces de funcionar, siendo todos iguales y sobresalientes. Pensé en esto. Pensé, en lo que hace en nuestra sociedad que unos sean notables y otros insuficientes. Tienen que haber pocas personas privilegiadas para que su privilegio tenga sentido y tienen que haber oprimidos que aspiren a llegar a ser privilegiados. Lo extraño no es que los del diez no se quejen sino que los que tengan poca puntuación se hayan resignado. Todas estas dudas las iré resolviendo a título personal, pero una cosa está clara: todos los privilegios de que disfrutan unos y carecen otros, en la sociedad como en el patio del colegio, han sido dados de forma arbitraria. Reflexionen. (Aunque se les quede esa cara que a todos se nos queda cuando reflexionamos, como si esperásemos algo de la vida).

domingo, 27 de septiembre de 2009

Smile

Siempre me han llamado la atención esos niños que a veces salen por televisión, victimas de la más devastadora pobreza, o que han sufrido el azote de alguna injusticia social o climática, y que sin embargo le sonríen a las cámaras y a los reporteros. Sonríen sin miedo y sin pudor con los ojos encendidos de esperanza. Esas sonrisas incluso le hacen a uno sentir culpable pues pensamos, “Es como si esperaran algo de mí”. Quizás nos sorprenda, que hoy en día alguien espere algo de otro alguien sin que esto vaya en el beneficio de los dos. Recuerdo una tira de Mafalda que dice algo así como: “Comienza tu día con una sonrisa, verás lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo”. Pero creo que en este caso, Mafalda, no se refería a esa risa tonta que provocan la algunas sustancias sicotrópicas, ni que nos riamos de los asuntos serios, si no que aprendamos a reír y a buscar el optimismo en nuestra cara y en la de los demás. Es asombroso ver como es la sonrisa, la vaselina que facilita las relaciones sociales de nuestra época. Si no, haga usted la prueba. El otro día iba en la guagua, y había una señora que entró dando una lección de alegría y buen humor a todos los que allí estábamos sentados. La tuvieron que ayudar a subir entre dos hombres, porque llevaba muletas y dos bolsas de la compra. Tenía una risa escandalosa que no dejó indiferente a nadie de los que hacíamos aquel trayecto. Miré al resto de los pasajeros, tan serios y preocupados y pensé que sus problemas seguramente, no serían ni más serios ni más fáciles que los de aquella señora, pero aquella señora había decidido tomar el camino alegre para ella y para todos en un ejercicio de civismo y generosidad, y simplemente, sonreía. No es esta acritud generalizada, lo que nos librará de las desgracias que nos tocará vivir.Hay, ultimamente una especie de moda, que transmite que las cosas que estan mal, tienden a ir a peor;la tasa de paro crecerá, el cambio climático destrozará el mundo, Zapatero y Rajoy cada día se dirán frases mas hirientes en los debates del estado de la Nación, los jóvenes harán mas botellones... Y no es cierto, no tenemos pruebas de que esto vaya a ser así.Las cosas pueden ir a peor o a mejor siempre, ¡Que no cunda el pánico!. Si fuera mal pensada, pensaría que quieren entristecernos, porque tristes, no somos especiales. Tristes no buscamos soluciones. Tristes, tenemos miedo. (Si fuera mal pensada). Yo, por mi parte, una vez más, estoy con Mafalda.

martes, 18 de agosto de 2009

¿El vivo... al Hoyo?

¿Pasan ustedes a menudo por delante de la Estación de Guaguas del Hoyo, en Las Palmas? Yo me bajo allí casi todos los días. ¿Se han fijado ustedes en ese espacio donde hay dos bancos donde sólo hay indigentes? A la hora a la que paso por allí, estas personas se están despertando. Su cama, es un banco, allí se acuestan todas las noches abrigándose con una manta. No solo me he fijado en ellos, sino en el comportamiento de las personas que pasamos por allí. Ni siquiera les miramos. El más osado piensa en cuánto le molesta aquella imagen tan violenta, a primera hora de la mañana. Algunos tienen miedo, otros sienten asco, y casi todos los demás no sienten absolutamente nada. Estas personas, no piden dinero, ni limosna, simplemente están, porque que ya ni son. Abrigadas con una manta y sus tristes recuerdos, su triste presente. No he estudiado la psicología del vagabundo ni se mucho de la psicologia en general, pero yo supongo que estas personas viven cada día nuevo de su vida como si ya lo hubieran vivido, mirando sin fijarse en nada, sin esperar nada. Me pregunto si a esa hora las personas que tienen competencias para solucionar esta situación no pasan nunca por allí...no me refiero a la caridad con condiciones de Cáritas, quien, por cierto hace una gran labor, sino a políticos, periodistas, seres humanos... ¿Estaran en la inauguración de algún nuevo telescopio de 130 millones de euros,que siga fomentando una sociedad de progreso sin humanidad? Necesitaremos un telescopio mucho mejor si queremos ver las estrellas cuando no somos capaces de ver a las personas que malviven con nosotros en la ciudad, esas radiografías humanas que caminan con más peso en el alma que en el cuerpo, como si realmente fueran hijos de un dios menor. Esto nos convierte no en culpables sino en testigos indiscretos que nos pasamos los unos a los otros el testigo de la indiferencia, y mientras no seamos capaces de pisar la línea que separa ésta indiferencia del resto de las cosas, seguiremos siendo tan pobres por dentro como los vivos del Hoyo lo son por fuera.